jueves, 31 de mayo de 2012

Concurso de Relatos

Chicas!! Cuánto tiempo hacía que no ponía un concurso... y ya me vuelve a apetecer ejercer de jurado ;)
Esta vez os toca a vosotras hacer de escritoras y dejar volar la imaginación; estas son las bases:
- Tenéis que elaborar un relato de 20 líneas máximo, y si incluye muchos diálogos, 30. Si se supera demasiado el límite, lo haré saber y la candidata quedará eliminada o puede acortar su historia.
- El tema es libre.
- Debéis mandarlo a marina.misrelatos@hotmail.com, por mensaje privado en TopModel, o como mucho por privado en el chat; con el asunto "Concurso Relatos", y como firma vuestro apodo.
- La fecha límite es el 12 de junio a las cinco en punto. A partir de esa hora, publicaré los resultados.
- Se valora la originalidad en el relato.
- La expresión, la manera de utilizar el lenguaje en tu historia.
- No se tienen en cuenta las faltas de ortografía ;)
Nada más, espero que participéis y... ¡SUERTE!

sábado, 26 de mayo de 2012

Hadas en Londres - Capítulo 5


5. Una segunda cuestión
Dione no sale de su asombro. ¿De qué conoce ella a ese hombre con bigote y una enorme barriga? No tiene rasgos isianos, y mucho menos goilyanos. 
Pasan apresuradamente a los asientos vacíos del fondo y se sientan tranquilos.
-         ¿Quién era? – dice Natalia, que está sentada entre Álex y Dione.
-         Ni idea... – responde abrumada – No le conozco, no me suena de nada, en mi vida le he visto – explica.
-         ¿Qué llevas ahí? – pregunta Álex mirando hacia las manos de la princesa.
-         Bueno, me he comprado una figurita de porcelana que vi en una preciosa tienda... – la alza para que puedan verla.
-         Es muy bonita.. se parece a ti – dice el chico.
Natalia mira hacia la ventana fingiendo que no se entera de lo que hablan, porque no le gusta nada ver cómo se interesa él en ella. ¿Realmente es tan fea? ¿O pasa tan desapercibida por los chicos? Las ruedas patinan levemente al frenar sobre la carretera nevada, y los tres salen de allí corriendo bajo la nieve hasta llegar a un alto edificio antiguo. El conserje que está en la entrada, les saluda y les abre la puerta. Ellos entran en el ascensor al tiempo que Dione mira la máquina de arriba abajo sin pestañear.
-         ¿Subes o no? – dice Natalia.
-         Em... claro – concluye la princesa.
Dione entra dubitativa, después de todo, los tres se conocen de un día, ¿de verdad es prudente confiar en ellos? El tiempo lo dirá...
Suena un pitido muy agudo, y salen caminando recto para entrar por una puerta gruesa de madera al interior de una casa de aspecto rústico.
-         Pasad, pasad – dice Álex.
Al oír cómo reina el silencio ninguna de las chicas puede evitar preguntarlo:
-         ¿No hay nadie en casa? – dice Natalia.
-         No, mi madre está en una reunión y mi padre trabajando.
-         Ah, vale – responde ella.
Van al salón, con poca decoración y sofás voluminosos con estampados florales. Una lámpara de araña preciosa cuelga del techo y Dione se queda embobada mirándola.
-         No sé si os habréis fijado en que no hemos avanzado ni un paso en esto – dice Natalia con voz dura.
-         Ya... francamente yo tampoco tengo ni idea de por dónde empezar. Pero tengo otro problema que creo que os debería contar – comienza el hada.
-         Claro, cuéntanos.
-         Pues veréis... Todo comenzó esta mañana, antes de conocerte – dice mirando a Natalia – pasé por ese reloj tan enorme...
-         El Big Ben.
-         Pues eso; y noté el sonido de unas campanillas, pero lo peor fue – se prepara para la sensación de ahogo, pero no llega – que se me apareció una figura, pero luego se esfumó. Lo he estado pensando desde entonces.
-         Guao... – dice Álex – Dicen que el Big Ben alberga secretos.
-         ¿De verdad? – pregunta la princesa interesada.
-         Claro.
-         ¿Y me ayudaréis a desvelarlo? ¿Y luego continuamos con la reconquista de mis tierras?
-         ¡Por supuesto, Dione! – dice Álex entusiasmado, y la sonríe con una sonrisa que derrite el corazón... especialmente a Natalia, que les mira recelosa.

jueves, 24 de mayo de 2012

Tráiler de Hadas en Londres

Hola a todas!! Antes de que veáis el tráiler de Hadas en Londres, me gustaría comentaros que me he esmerado mucho en hacerlo, y creo que ha quedado muy bien jeje ;) Espero vuestras opiniones en comentarios!!

martes, 22 de mayo de 2012

Hadas en Londres - Capítulo 4


4. La aparición
Dione camina sobre la espesa nieve que cubre las calles de Londres y, muerta de frío, entra en una tienda llamativa a curiosear.
Hay un montón de hilillos de colores con una perla en el extremo, colgando del techo del establecimiento. Frente a la ventanita redonda descansa la voluminosa figura de un dios hindú, y sobre este, cuelga una lámpara que funciona con gas, y que brilla con una tenue luz muy acogedora. La princesa se dirige a una preciosa mesita de madera redonda que hay a la derecha del mostrador de caoba, y se para a mirar las figuras de criaturas mágicas que hay encima. Observa atentamente los minotauros, elfos, ninfas,  serpientes de varias cabezas, magos, hadas... Se fija en una en concreto, una que tiene el pelo rubio y los ojos azules, como ella. Esa figurita le hace recordar su casa, sus tierras  y el propósito con el que vino a Londres; por lo que coge algo del dinero que Álex y Natalia le han prestado, y compra el hada de porcelana. Seguidamente sale de la tienda y se frota las manos rojas para conseguir entrar (en vano) en calor. Su camisa de seda blanca rasgada por la parte de abajo, sus pantalones cortos muy ajustados llenos de jirones y sus sandalias trenzadas alrededor de sus tobillos hacen difícil hacer creer que es un hada, salvo por sus “alas de plástico”. Como no sabe qué hacer, decide acercarse a la torre del reloj.
Cuando llega, posa sus manos heladas sobre las fachadas. Suspira y un inexplicable calor le llena el cuerpo. No entiende por qué razón, cada vez que pasa cerca o toca ese reloj rodeado de gente, le invade una cálida sensación de seguridad y lo más extraño son las campanillas que tintinean en su interior una melodía que le recuerda a la nana que le solía cantar su madre antes de que desapareciera sin dejar rastro. Otra cosa que le rompió el corazón. Olvida por unos momentos sus penas cuando alguien le toca la espalda.
Dione se gira y mira como si ante ella estuviera un ser paranormal, con los ojos muy abiertos y el corazón latiéndole tan rápido que juraría que se va a desmayar.
En frente de ella puede ver a una mujer de profundos ojos celestes y una melena rubia que brilla de forma hermosa en el paraje nevado en el que ella está. La figura huele a rosas frescas, y está nítida, sin embargo cuando levanta la mano para tocarla, ve que hay aire en frente suya y seguidamente la señora desaparece.
Álex y Natalia aparecen por allí. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Juraría que fue a la tienda hace diez minutos y esa aparción... La princesa decide contárselo, pues cree que es lo más prudente.
-         Natalia, Álex... acabo de ver... – se le corta la repiración y siente que incluso su corazón ha parado de palpitar. Oye una voz masculina y afectuosa que le dice: “No, Dione. No. Sigue a tu gemela.”
-         ¿Sí, Dione? – dice Natalia intrigada.
-         Nada, nada... – contesta ella decepcionada por la voz, la aparición y las campanillas del Big Ben.
-         Bueno, ¿nos vamos? – dice Álex restándole importancia.
-         ¡Claro! – dice el hada sin pensarlo.
Caminan un rato hasta una parada de autobús, y tan solo unos minutos más tarde, una imponente figura roja aparece llamativa por la carretera. Pasan al interior del vehículo, donde el conductor mira a la princesa y le dice:
-         ¡Dione! Por fin te he encontrado.

domingo, 20 de mayo de 2012

Hadas en Londres - Capítulo 3


3. Un arduo comienzo
Natalia se levanta y emprende el camino hacia su casa.
-         ¡Espera, por favor! – oye decir a la chica rara de las alas de plástico.
-         ¿Qué? – dice ella en tono cortante.
-         ¿No te crees nada de lo que he dicho?
-         Pues no. ¿De verdad piensas que me voy a trgar así por así lo que me diga una chica disfrazada de hadita medieval: que vienes desde otro mundo, que no conoces a los humanos, que necesitas mi ayuda para salvar a tu pueblo y que os han atacado? No sé por qué tipo de estúpida me has tomado; seré solitaria, pero tonta no soy.
-         Escucha, Natalia, es todo cierto. Para demostrártelo debemos irnos a un sitio más apartado.
-         ¿Y qué me vas a enseñar? ¿Tus trucos de magia? ¡Venga ya! Déjalo, Diana.
-         Ya te he dicho que mi nombre es Dione, no Diana.
-         Si tú lo dices...
Y se da la vuelta de nuevo. La princesa ya no sabe qué hacer para convencerla, así que la coge de la muñeca y la arrastra con ella calle abajo hasta llegar  aun callejón lleno de basura; entonces, Dione mueve los hombros y sus alas empiezan a moverse, sus pies a elevarse y Natalia se queda sin respiración.
- ¡Dios mío! – dice con las manos en la cabeza - ¡Eres un hada de verdad! ¿Entonces toda la historia es cierta? ¡Madre mía! Pero yo... ¿cómo puedo ayudarte?
- Pues... lo único que quiero conseguir es expulsar al reino de Goilyn y que Isis recupere su esplendor.
Natalia piensa, pero no se le ocurre cómo podrían echar ellas dos a todo un ejército.
-         ¿Y yo podría ir a Isis? – pregunta.
-         ¡Claro! Pero iremos de vuelta cuando tengamos un plan.
-         Y... ¿no crees que necesitamos algo más de ayuda?
Natalia perdió el hilo de la conversación al ver pasar a un chico rubio despeinado, con una chaqueta de cuero y unas botas negras.
-         ¿Quién es? – le pregunta Dione.
-         Ni... idea... pero sólo sé que es el chico más guapo del mundo.
La princesa por su parte, no lo negaba. La manera de caminar del chico, con pasos ligeros, parecía que fuera a emprender un vuelo; pero no. Ella no podía enamorarse, el amor se había ido junto con el esplendor de Isis. Ella ya pasaba de ello.
Dione se acerca a él y le toca el hombro. Se coloca su pelo rubio detrás de lo oreja y le sonríe.
-         Em... hola – dice el chico.
-         Hola. Me llamo Dione.
-         ¿Diana?
-         No – dice mosqueada – Di-o-ne.
-         ¿Dione?
-         Sí – asiente.
Empieza a revolotear en el callejón y parece que al chico se le vaya a caer la boca al suelo de lo abierta que la tiene. La chica posa sus pies en el suelo y él empieza a acribillarle a preguntas hasta que ella lo para y le explica toda su historia con igual de precisión que ha utilizado con Natalia.
-         Me encantaría ayudarte... – dice mirándola de arriba abajo, porque es preciosa y por su vestimenta extraña.
Natalia fija sus ojos en él y este le da la mano y se presenta.
-         Encantado, yo soy Álex – dice sonriendo.
-         Yo soy Natalia – dice ella sonrojándose.
-         Me suenas mucho... ¿nos hemos visto alguna vez?
-         Voy a tu curso. Tú me suenas de vista.
-         Ah, guay. Y... ¿por dónde empezamos? – pregunta él totalmente perdido.
Ninguno de ellos responde. Porque en realidad ninguno de ellos tiene respuesta.
Álex invita a ambas a su casa después de las clases, y ellas aceptan encantadas; y mientras que él y ella vuelven a las clases, Dione vaga por las misteriosas calles de Londres y cuando pasa cerca del Big Ben, oye unas campanillas y una vibración que le recorre el alma.

viernes, 18 de mayo de 2012

Hadas en Londres - Capítulo 2


2. Las campanadas de Londres
Natalia termina de cenar y se va al salón a ver la tele.
Ella es una chica solitaria, no se relaciona mucho con los demás. Acaba de cumplir los dieciocho, y a pesar de que por fin ha conseguido sacarse el carnet de conducir, sus padres no pueden permitirse comprarle un coche y ella no tiene ahorros; por lo que desde mañana trabajará en la tienda de souvenirs de la calle principal.
En pleno invierno que está, y Natalia no tiene ni pizca de frío, es más, casi diría que tiene calor. Con las mangas de su vieja camiseta vintage remangadas, y sus botas de piel en el suelo, apartadas en un rincón de la sala, se dispone a mirar sin prestar realmente atención a un programa que echan en la televisión vieja y pequeña que tienen en su modesta casa.
Y pensar que antes eran una familia con dinero... y ahora se podía decir que eran prácticamente necesitados.
Su padre, falleció hace dos años. Él era el único que trabajaba, en una gran empresa, pero con su pérdida, el dinero también se fue de sopetón. Su madre intentó buscar un trabajo, pero lo máximo que consiguió era trabajar como ama de casa. A Natalia la quitaron de la escuela privada a la que iba, y dejaron su preciosa casa en Escocia, para irse a una modesta vivienda alquilada a un buen precio en el centro de Londres. Les surgió una buena oferta, para variar.

Son las doce de la noche. Natalia apaga la tele y se va a dormir. Está muerta de sueño. Sin ganas, se acuesta hasta que el sueño la vence y sus párpados ceden por fin.

Mientras tanto, Dione se adentra en el bosque. Los árboles rozan el cielo y son tan tupidos que parecen artificiales. Por fin divisa lo que quería.
La princesa se acerca al un inmenso árbol y con solo rozarlo con las yemas de sus dedos, las ramas brillan y las hojas que hay en el suelo revolotean a su alrededor.
Se respiran aromas exóticos y cierra los ojos con fuerza al decir: “Llévame a cualquier lugar donde haya humanos.” El tiempo corre, las horas retroceden y el sol cambia su posición.
De pronto la garganta se le queda seca y su cuerpo está helado. Abre los ojos y se queda con la boca abierta al ver lo que hay a au alrededor. Cientos de artilugios móviles con ruedas por camino negro con rayas blancas. También puede ver objetos luminosos que cuando cambian a un determinado color, los artilugios con ruedas se mueven o no. Además hay gente. Muchísima, ataviada con extraños ropajes. Nadie lleva las telas que porta ella, y no hay rastro de ningún símbolo de naturaleza más que un minúsculo recinto lleno de hierba y unos bancos alrededor. Eso le hace sentirse preocupada.
No sabe muy bien por dónde empezar así que sin pensárselo mucho, avanza a trompicones entre la nieve hacia donde le indica su instinto.
De repente, se da un susto al oír unas potentes campanadas. ¿De dónde viene el ruido? Se da la vuelta y levanta la cabeza para ver el gigantesco reloj que hay detrás de ella. “Guao”, piensa.
Continúa caminando, hipnotizada por el sonido y por los extraños sonidos de cascabeles que se oyen al rozar el reloj.
La gente que pasea se gira extrañada y miran a Dione con el ceño fruncido, suponen que lleva un disfraz, que se dirige a una representación o que incluso es el vestuario de una película que están rodando en la ciudad; pero lo que más llama la atención son esas “alas de plástico” que cuelgan brillantes tras su espalda. Las niñas se acercan a ella e intentan preguntarle que dónde se ha comprado esas alas de mentira que parecen tan reales, y lo más gracioso es cuando las tocan: tienen la textura de un dulcísimo algodón de azúcar. Suaves y definidas, Dione tiene unas de las mejores alas en Isis, sin embargo, es lo suficientemente lista como para no usarlas ante humanos.
Todavía sigue sin saber hacia dónde va. No tiene destino, ni ayuda. Ni siquiera sabe dónde está, así que por fin se acerca a una mujer bajita y delgada y le pregunta.
-         Buenos días – dice Dione.
-         Buenas... – dice la señora sin cortarse un pelo en mirarla de arriba abajo.
-         Me gustaría saber dónde estoy – le dice.
-         ¿Que dónde estás...? – se queda callada pensando que se trata de una broma, y al ver que la chica de extraños ropajes la mira con una sonrisa, le contesta -. Estamos en Londres, querida.
-         Londres – susurra la princesa. Jamás había oído hablar de tal lugar.
-         Y ahora si me permites, tengo prisa – dice la señora. Se ajusta la coleta y se va a zancadas.
Dione sigue caminando y entonces ve a una chica sola, en un banco apartado de las demás. Se compadece y piensa que está triste, va hacia ella y se sienta a su lado.
-         Hola – dice.
-         Hola... – la responde Natalia mirándola disimuladamente sus alas de algodón - ¿Puedo ayudarte en algo?
-         No... es que... bueno... sí. – Dione se da cuenta de que ya es hora de que le cuente a alguien lo que la pasa y cuál es su situación. ¿La creerá? Todo depende de la buena dosis que la hayan dado de pequeña de cuentos de hadas, porque está a punto de vivir uno... o casi.

martes, 15 de mayo de 2012

Prólogo de Dana

Chicas, estoy a puntito de terminar de corregir Dana entero, y he escrito el prólogo (introducción)  y el epílogo (final). Lógicamente, no voy a colgar el epílogo jaja ;) pero sí el prólogo. Espero que os guste tanto como a mí:

Prólogo
Estoy con él. Parece un sueño... ¿lo es?
Su cara está borrosa y a penas distingo sus ojos, pero sí que puedo ver el amor que siente por mí. ¿De verdad es real? Sigo sin creerlo.
Mi mente es un torbellino de ideas que no cesa. Van y vienen. Tan solo veo imágenes; puedo observar a tres chicos, tres chicas que parecen simpáticas y... me veo a mí. Es como un espejo que refleja mis emociones: alegría, confusión, tristeza, miedo, confianza, satisfacción y amor.
¿Quién este chico? Apenas le distingo, pero noto el calor que me dan sus ojos. Esos preciosos ojos de tan hermoso color...

domingo, 13 de mayo de 2012

Hadas en Londres - Capítulo 1

Perdonad, hacía tiempo que no escribía, pero es que he estado muuy ocupada con exámenes y trabajos.
He empezado una nueva novela: Hadas en Londres. Trata sobre un reino devastado por la colonia enemiga. La heredera del trono, la princesa Dione, debe devolver el resplandor a sus tierras. Pero ¿dónde podría encontrar la solución? Un extraño la recomienda dejar Isis y probar en el mundo de los humanos... allí conocerá a Natalia, la chica solitaria que intentará ayudarla y a lo mejor se topa con el sentimiento prohibido en el mundo de la magia: el amor. Una historia de fantasía, magia, amistad, superación, aventuras y (como siempre ;) ...amor.
Espero vuestras opiniones al respecto :D

1. Revelando el pasado y mirando al futuro
Corre con todas las fuerzas que le quedan. Se esconde bajo una de las mesas y sonríe intentando transmitir confianza a la familia que se ha buscado el mismo escondrijo que ella.
De pronto se oye un increíble rugido que destroza los oídos y Dione se agacha al tiempo que incontrolables lágrimas ruedan por sus mejillas.
El corazón le palpita con fuerza y no debería tener ganas de seguir ahí, pero ella prefiere luchar.
Se oyen gritos desgarradores, chillidos y amenazas crueles. Y se pregunta cuándo fue la última vez que reinó la paz en Isis.
Al recordar los viejos tiempos no puede evitar sentir nostalgia; respira hondo, sale de su escondite y coge la espada de uno de los guerreros que han caído desfallecidos al suelo.
Ágil y rápida, ataca a uno de los jefes de guardia. Este último, enfurecido, le devuelve el movimiento y le hace un profundo corte en el brazo.
De pronto, se le corta la respiración de forma brusca y cae al suelo rendida con su frágil cuerpo lleno de heridas y sus alas desgarradas.

Abre los ojos lentamente, casi imperceptible es el latido de su corazón, a pesar de que reina insufriblemente el silencio a su alrededor.
Por fin, a pesar del dolor que siente en el costado, Dione se incorpora y se tapa los ojos de horror al ver la apariencia que tiene ahora lo que antiguamente era Isis, el reino pacífico, bello y amistoso al que todo ser querría ir a vivir.

Hasta hace una década, Isis era un hermoso lugar lleno de seres fantásticos, pero no todo siguió bien.
Hace cinco años, el ejército de Goilyn, país vecino que tenía gran envidia a los reinos más poderosos que ellos, se atrevió por fin a dar la cara. Tras siglos y generaciones, el plan de combate estaba organizado y perfectamente elaborado y sus guerreros lo siguieron al pie de la letra. Como resultado, Isis cayó en manos del rey de Goilyn y sus habitantes tuvieron que obedecerle.
Las normas eran drásticas, tales como no leer ni escribir (ya que ellos no sabían), no salir de sus casas a no ser que tuvieran permiso de la corte real y... no enamorarse. Temían al amor y los poderes que podría tener sobre ellos.
Dione nació seis años antes de que todo ocurriera, y ella no estaba preparada para combatir en guerra. No la habían educado para eso. A sus seis años, no le dio tiempo a vivir la vida como ella hubiera querido, y ahora que tenía dieciocho, era la legítima para ocupar el trono de su padre, quien había fallecido en combate.
Desde ese día, Dione decidió vengar la muerte del rey y salvar Isis antes de que todo fuera demasiado lejos... pero no lo consiguió.
Dos años antes el rey de Goilyn se hartó de los antiguos habitantes que vivían en las tierras que ahora eran suyas y la guerra comenzó para echarles a todos fuera.
Y justo cuando Dione cumplió los dieciocho, ella sufrió el grave ataque que la dejó inconsciente durante unas horas...

Tose débilmente y observa lo que hay a su alrededor.
Cientos de hadas y elfos tirados en el suelo. Manchas de sangre por las paredes, utilizadas como símbolo de victoria. El palacio había sido la trampa para tener a todos los isianos reunidos en un mismo lugar y atacarles a la vez.
Lo único que Dione se pregunta es... ¿dónde están los ejércitos de Goilyn?
Se levanta con gran esfuerzo y camina sin saber claramente a dónde va.
Sube las escaleras del inmenso palacio y llega a su habitación. Hacía mucho tiempo que no la veía. Desde que echaron a la familia real de allí, ella se había alojado en la casa de su mejor amiga.
Suspira recordando los momentos que vivió en ese cuarto tan espacioso y acogedor.
Con una lámpara de araña en miniatura y una cama blandita con sábanas que solían oler a violetas.
Dione intenta dejar a un lado sus pensamientos nostálgicos y vuelve a pensar en su situación. ¿Dónde está la gente?
Sale de su antigua habitación y se queda mirando hacia el horizonte. Camina entre los destrozos de su pueblo hasta que por fin divisa a lo lejos a un hombre encorvado.
Se acerca hasta él y le pregunta segura de sí misma:
-         Perdone.
-         ¿Sí? – responde él secamente.
-         Me he despertado en el suelo y no sé dónde están todos. ¿Es usted de aquí? ¿Un isiano? ¿O tal vez de Goilyn?
-         Soy isiano.
-         ¡Oh, genial! – dijo la chica esperanzada – Yo soy Dione, legítima heredera de Isis.
El hombre se arrodilló ante ella, al reconocer sus ojos más azules que el mismísimo mar, que eran un rasgo inconfundible en la princesa.
-         Le contaré lo ocurrido. Han acabado con casi todos los isianos.
-         ¿Qué quiere decir con “casi” todos?
-         Hicimos un campamento a las afueras; predecíamos una guerra. Los que quisieron, se vinieron y los que no, pues nada. Los de Goilyn se fueron a sus tierras de nacimiento a celebrar la victoria. Yo lo vi todo. Tras los festejos estoy seguro de que regresarán, por lo que, mi señora, escóndase bien. Le recomiendo que huya de aquí.
-         ¿Pero a dónde podría irme?
-         No lo sé, princesa Dione, pero la recomiendo que sea muy lejos de aquí. No me cabe duda de que pronto derrotarán a más pueblos hasta reinar en grandes extensiones. No tendrá escapatoria como permanezca en el mundo mágico.
La princesa se queda pensativa. ¿Un lugar donde no pensaran buscar? ¿Un sitio donde sería difícil encontrarla? ¿Fuera del mundo mágico?
-         Me atrevería a recomendarla – dice el hombre aún más encorvado de lo que está – que se fuera al mundo de los humanos.
-         ¡¿Qué?! Ellos son peligrosos.
-         Pero es su única opción, Dione.
-         Está bien, lo pensaré. Pero no penséis que huyo. No. Sólo iré a buscar ayuda, iré a por una solución. Venceremos al ejército de Goilyn, vengaré la muerte de mi padre y recuperaremos el resplandor de Isis.
-         De acuerdo, mi señora.
-         Y ahora, dime. ¿Cómo se llama?
-         ¿Yo?
-         Sí.
-         Torlus.
-         De acuerdo, Torlus, te doy las gracias. Me has servido de mucha ayuda, ya que estaba totalmente confusa.
-         De nada, Dione. ¡Buena suerte! – dice cuando ella ya se aleja hacia el horizonte lista para encaminarse en la aventura más increíble de su vida.

miércoles, 9 de mayo de 2012

La Panda de Nicole: El robo del maletín - Capítulo 21


21. Pasarela de moda
Salimos a la pasarela vestidos con seda y adornos, diseños exclusivos y deslumbrantes. Fue una noche mágica, los focos me iluminaban y yo andaba segura de mí misma sobre la pasarela luciendo un vestido de gasa ceñido rojo intenso, con un diamante en el escote y unos zapatos llenos de perlitas de oro. Era genial.
Zoé lucía un vestido corto de color dorado y un cinturón trenzado de cuero marrón. Camille llevaba un top negro con adornos en el lazo que lo sujetaba al cuello, y una minifalda blanca como la nieve. Su hermana Amanda, llevaba el mismo top que ella pero en blanco y unos pantalones pitillo negros con detalles plateados. Alice iba fantástica con un vestido largo de seda a capas de color rosa claro, con cintas blancas alrededor de la cintura y una diadema llena de perlas. Brigitte llevaba un vestido ceñido de color azul eléctrico con estampados en colores turquesa y morado, y un collar espléndido en forma de un majestuoso pavo real.
Los chicos iban con trajes de seda, negros, algunos con pantalones de cuero, y otros con camisas blancas, negras, azules...de las mejores marcas.
Para finalizar la mejor noche de mi vida nos dijeron que saldríamos en las portadas de las revistas de moda y en los periódicos por nuestras hazañas. Y por último se quedaron a dormir en mi casa, y ya en pijama...en fin. Ocurrió lo que ocurrió...
             FIN

lunes, 7 de mayo de 2012

La Panda de Nicole: El robo del maletín - Capítulo 20


Bueno, chicas, este es el penúltimo capítulo de la Panda de Nicole... ¡mañana pondré el final de verdad!

20. La verdad sale a la luz
El Señor-A salió de la furgoneta con las manos arriba.
-         Y ahora – dijo el jefe de policía – creo que nos debe una buena explicación, señor.
-         Está bien, está bien. Verán todo empezó con mi hija, Alissa Lorcé.
¿Alissa Lorcé? ¡Ya decía yo que el niño de las fotos de la abuela me sonaba de algo!
La abuela salió al centro a hablar con su viejo amigo.
-         ¿Antoine?
-         ¡Rosa!
-         ¿Por qué has hecho todo esto?
-         Escuchad mi historia y comprenderéis porque he hecho lo que he hecho. Mi hija Alissa y yo no teníamos dinero, y ella no tenía muchas amigas y todo porque no tenía la mejor ropa, así que una mañana decidí regalarle a mi hija la mejor ropa del mundo, que según había oído estaba en un maletín en la agencia de moda del centro de París. Yo tenía algunos amigos que trabajaban en fábricas, otros costureros y pagué una fortuna al mejor de ellos para que hiciera a medida a mi hija todos los diseños que había en el maletín. Como Alissa trabajaba en la agencia, la mandé robar el maletín cuando su vigilante estuviera distraída. También pensé en la posibilidad de que se le escapara, ya que para eso Alissa no es muy inteligente, así que también la dije que si se le escapaba, que pusiera de excusa un problemilla amistoso que hubo años atrás cuando iba al instituto. Mi hija se lo soltó a la hija de la principal sospechosa, Annabelle. Luego, decidí buscar su dirección para saber donde vivía en el caso de que tuviera que amenazar a alguien, pero aquella chica me vio por la ventana y tuve que amenazarles para que no me delataran, aunque luego la policía me cogió, también estaba preparado para eso y tenía material de China y Japón exclusivo y armas ilegales para salir de allí. Me aseguré de tener fotocopiados los diseños del maletín y me infiltré en el Louvre para esconder el maletín en el bolso de alguien, y ese alguien es una de las chicas a las que he secuestrado para que no pudiera decir nada o para que me contara lo que había dicho. Me despisté y esta panda de amigos me vio y llamó a la policía, entonces reconocí el bolso en el que había metido el maletín y cogí a esa chica, a la hija de Annabelle y la hija del científico por si necesitaba algo a cambio de devolverle a su hija. Además había estado espiando a esa panda de amigos porque sabía que estaban investigando el robo, por eso adquirí tanta información de cada uno de ellos.
-         ¿No cree que hubiera sido más fácil buscar un trabajo mejor y comprarle a su hija ropa más bonita, sin necesidad de robar esos diseños? – dijo el policía.
-         No.
-         Bien, pues lo siento pero queda arrestado. Por cierto ¿los trajes ya están confeccionados?
-         Sí.
-         Señor, usted es el que supervisó los diseños, ¿había trajes masculinos y femeninos? – preguntó al jefe de la agencia.
-         Sí.
-         Pues, si no le importa, creo que hay una panda de amigos que podrían sustituir a los modelos del desfile de mañana ¿no cree?
-         Estoy completamente de acuerdo con usted. ¿Qué decís chicos?
-         ¡¡CLARO QUE SÍ!!
Veía mi sueño hacerse realidad, saldría vestida con los mejores trajes y vestidos del mundo, en una pasarela de moda súper exclusiva que la vería todo el mundo por televisión. Y tal vez nuestra historia se vería reconocida en todo el mundo, ¿quién sabe?

sábado, 5 de mayo de 2012

La Panda de Nicole: El robo del maletín - Capítulo 19


19. Secuestradas
Mis padres no dudaron en dejarme ir al Louvre al día siguiente así que a las doce en punto estaba la panda al completo allí.
Entramos en la gran sala principal llena de cuadros importantes y de turistas con guías.
Empezamos a dar vueltas por el museo y estábamos a punto de quedarnos dormidas del sueño y aburrimiento que teníamos y nos quedamos todos embobados con los cuadros, sobre todo Camille y Adam.
Caminamos por todas las salas y de repente vimos al Señor - A.
-         ¡Está allí!
-         ¡A por él!
Marqué tan rápido como pude el teléfono de la policía, y mientras tanto el museo se alborotó muchísimo. Los guardias de seguridad nos seguían corriendo pidiéndonos que parásemos a explicárselo todo, en efecto, las gemelas se quedaron para explicárselo y los demás seguimos corriendo.
-         Este es el señor que nos amenazó, el que luego escapó, pero al día siguiente decían que le habían metido en la cárcel, sin embargo ahora está aquí...y dicen que tiene algo que ver con el robo del maletín.
-         De acuerdo, quedaros aquí, iremos tras él. ¿Habéis llamado ya a la policía?
-         Sí, nuestra amiga ha llamado.
-         Perfecto, pues no os mováis de aquí.
Mientras tanto habíamos conseguido rodearle, y a la policía no le dio tiempo a llegar porque el Señor - A nos cogió a Alice, a Zoé y a mí.

Me desperté con el ruido traqueteante de unas ruedas viejas sobre un camino lleno de piedrecitas. Abrí los ojos confusa y deseando despertar en mi camita, pero por desgracia no fue así. Estaba en la misma furgoneta que aparecía en mi pesadilla, solo que conmigo estaban también mis amigas.
-         ¿Estáis bien? – preguntó Alice.
-         Sí, un poco aturdida – respondí - ¿y tú Zoé?
-         Estoy bien.
-         ¿A dónde nos lleva? – pregunté.
-         No lo sé, pero podemos llamar a la policía con nuestros móviles – respondió Zoé.
-         ¡Claro, que tontas somos! – dijo Alice.
-         No, no, no. Nada de eso – dijo de repente el Señor-A, que al parecer había escuchado nuestra conversación - ¿Creéis que soy tonto? Os quité los teléfonos móviles cuando os desmayasteis por el golpe que os dí. Y ahora silencio, casi hemos llegado.
-         ¿Qué hacemos ahora? – dije susurrando utilizando el tono más bajo que pude.
-         Tengo una buenísima idea – dijo Alice.
-         ¿De qué se trata? – preguntamos Zoé y yo con curiosidad.
-         Veréis, como mi padre es científico y es muy cuidadoso conmigo, desde hace un año, llevo un chip localizador en estas botas. Como hoy me iba al Louvre no me importaba que mis padres supieran exactamente donde estaba, entonces me las he puesto.
-         Entonces...¿pueden identificarte y venir a buscarnos?
-         Sí.
Estábamos tan contentas como si a una madre la hubieran quitado a su hijo y se lo hubieran devuelto años más tarde.
Alice conectó el chip localizador y este emitió un pitido muy grave, que apenas se oía. Luego empezó a parpadear una lucecita de color verde fosforito.
-         Está empezando a enviar señales a mis padres indicándoles donde estoy – explicó Alice.
Mientras tanto, en el Louvre...
-         ¿Nicole está bien?
-         ¿Dónde está Zoé?
-         ¿Han encontrado a Alice?
La policía y los guardias del museo habían llamado a padres y familiares para informarles a todos, y en un periquete, el museo rebosaba de padres y familias preocupadas, sobre todo las familias desesperadas de Nicole, Alice y Zoé.
-         ¡Pero si dijeron que estaba en la cárcel!
-         Al parecer, señora, se ha escapado. Parece haber utilizado material ilegal para escapar y un rayo láser especial que utilizan en China y Japón para ocasiones importantes.
-         ¡Esperen! Sé como encontrarles – dijo el padre de Alice.
En efecto, su padre había tenido la misma idea que su brillante hija, así sacó el chip y un mapa apareció en una pantalla que sostenía en la otra mano, aparecía un punto rojo (que indicaba su posición) y la calle, ciudad o pueblo en el que se encontraban.
Cogieron los coches y siguieron las indicaciones del chip hasta que pararon junto a una furgoneta blanca.
-         ¿Quiénes son ustedes? ¡Me están cortando el paso!
-         Somos los padres de las niñas a las que ha secuestrado.
El Señor-A intentó esquivar los coches conduciendo como un loco, hasta que la policía le hizo frenar en seco.
-         ¡Saque a las chicas y ponga las manos arriba, donde yo pueda verlas, señor!

viernes, 4 de mayo de 2012

La Pande de Nicole: E robo del maletín - Capítulo 18


18. En casa de la abuela
     - ¡Por fin habéis llegado! – dijo la abuela cuando entramos en su     casa.                         
-         Lo siento mamá, David se ha entretenido y hemos salido un poco más tarde.
-         Bueno, no importa. ¡Hola cielitos! ¿Cómo estas Courtney? Ya veo que igual de guapa que siempre. ¡Hola David! ¿Sigues tan trasto como siempre? Y mi nieta Nicole ¿qué tal todo querida? He visto las noticias, y tranquilos con mi comida se os quitarán los sustos.
En la casa de mi abuela siempre olía a mazapán. Tenía un espacioso salón con dos sofás mulliditos, una gran alfombra de lana cubría el suelo entero, una televisión y una gigantesca chimenea. Había tres estanterías repletas de recuerdos: trofeos, medallas, objetos, preciosas vajillas de porcelana y cientos de fotografías en color sepia y blanco y negro.
La cocina era la sala más grande de la casa, incluso más grande que el salón. Era la sala preferida por la abuela y en su día hizo que la cocina fuera la sala más grande.
Había una mesa amplia y redonda y un montón de armarios pequeños que ocultaban cientos de ingredientes secretos, viejos libros de recetas, un montón de utensilios de cocina que ni mi madre conocía, paños, cubiertos, vajillas…
Las paredes estaban cubiertas de papel de cocina con pequeñas flores y una bonita lámpara colgaba elegantemente del techo.
-         Bueno, rápido, sentaros a la mesa. Hoy he preparado crema de calabacín, como primero, cordero asado al ajillo, como segundo, y de postre el riquísimo soufflé de chocolate que le encanta a Courtney.
Comenzamos a comer, todo estaba riquísimo y cuando acabamos fuimos al salón a charlar un poco con la abuela.
    - ¿Quieres que te cuente algo de esas fotos? – me preguntó la                       abuela al fijarse que miraba con atención las fotografías.
    - Sí por favor, ¿Quiénes son esos de ahí? – la pregunté.
- Pues mira – dijo cogiendo un voluminoso y polvoriento taco de fotos – esta de aquí soy yo, a mi lado está Coraline, una amiga de la infancia y este de aquí atrás es tu abuelo ¿ves que jóvenes éramos?
-         Sí, pero lo que yo quiero saber es…
-         Y en esta foto salimos tu abuelo y yo en nuestro viaje de novios a Indonesia.
-         Vale abuela, pero ¿quién…?
-         Y mira, aquí está la familia al completo: la tía Anik, la tía Barbara, Célia cuando era tan solo un bebé y aquí esta tu madre al lado de Charles.
-         ¡Vale abuela! ¿Pero, quién es este?
-         Ah, este es un buen amigo mío de la infancia. Éramos uña y carne. Se llamaba Antoine. ¿Por qué me lo preguntas?
-         Es que su cara me suena de algo, cosas mías abuela.
-         Bueno, ¿queréis ver los regalitos que tengo para vosotros?
-         Mamá, no hace falta, no deberías haberte molestado…
-         ¡Tranquilos! No me ha costado nada ir a la tienda de la esquina y comprarles algo a mis nietos, para variar. Venid aquí chicos.
Seguimos a la abuela por el estrecho pasillo y fuimos a una habitación donde había muchos trastos viejos.
-         Los dejé por aquí… - musitó la abuela - ¡aquí están! Pasad, pasad. Estas pulseras son para ti – dijo mirando a Courtney – cuando las vi en la tienda supe que eran perfectas para ti. Para ti, Nicole tengo estos zapatos, creo que te sentarán bien, son preciosos ¿no crees? Y finalmente David, para ti tengo esta cajita con coches, la dependienta me la regaló y la acepté sabiendo que era el regalo perfecto para ti.
-         ¡Gracias abuela! – dijimos los tres a la vez.
-         Anda abuela, estos de aquí – dije señalando una foto que estaba bajo unas cajas – sois tú y tu amigo de la infancia Antoine ¿no?
-         Así es, mira cógela y dale la vuelta, y léelo en alto si no te importa.
-         De acuerdo. A ver, a ver… Aquí dice: 23 de Octubre de 1940. Amanda Rouge y Antoine Lorcé.
-         Nos hicieron esa foto cuando tenía unos nueve añitos. Era el cumpleaños de Antoine. La verdad es que no sé qué hacía aquí esta foto, la llevaré al salón con las demás.
Nos fuimos de vuelta al salón y enseñamos nuestros regalos y tras hablar un rato, nos fuimos a casa.
Al llegar, Zoé me mandó un mensaje: “¿Quedamos a las 16:00 en el Parque Azul? ¡Hay novedades! Te veo allí ¿OK?”
“OK, allí estaré” – La respondí.
Eran las 16:00 de la tarde y a lo lejos ya podía ver a Zoé.
     -   ¡Hola! ¿Qué tal?
-         Bien.
-         ¿Cuáles son las novedades?
-         Bueno – empezó diciendo Zoé – pues mira, esta mañana he ido al Louvre con mis padres y mis tíos y a que no sabes qué había en objetos perdidos.
-         ¿La bandolera de flecos que siempre te dejas por ahí?
-         Sí, pero dentro estaba – dijo mientras metía la mano en su bandolera de flecos - ¡esto!
-         ¡¿EL MALETÍN?!
-         Así es, el maletín.
No creía a lo que veían mis ojos, el maletín estaba allí, al parecer alguien lo había metido en su bandolera cuando la dejó olvidada en algún rincón del enorme museo.
-         ¿Se lo has dicho a la policía? ¿Lo saben tus padres? ¿Lo has abierto? – empecé a bombardearla a preguntas.
-         No, no ¡no! – me respondió – Creo que lo mejor es esconderlo hasta averiguar más, como quién y por qué lo metió en mi bandolera en el museo esta mañana.
-         Bueno, solo podemos hacer algo para averiguarlo.
-         ¿El qué?
-         Llamaremos a la panda y nos iremos al Louvre mañana.
-         De acuerdo, hasta mañana entonces.
-         ¡Hasta mañana!                          

jueves, 3 de mayo de 2012

La Panda de Nicole: El robo del maletín - Capítulo 17


17. ¡Arriba dormilona!
¡¿QUÉ?! ¿Todo había sido un sueño?
Mi madre me acababa de despertar de la peor pesadilla del mundo.
Estaba sudando, me dolía la cabeza y seguía teniendo miedo, además había perdido la noción del tiempo ¿qué día era? ¿era por la mañana o por la noche? Estaba confundida. Fui a desayunar:
-         ¡Buenos días cariño!
-         Buenos días papá.
-         ¿Has tenido una pesadilla esta noche? Porque se te oía decir todo el rato “¡No! ¡Déjame salir de aquí!”
-         Pues sí mamá, he tenido una horrible pesadilla, os lo contaré. Estábamos todos aquí viendo las noticias y salía el jefe de policía diciendo que el señor de ayer estaba suelto y tuviéramos cuidado, luego en el instituto sonaron dos disparos y nos metimos en las clases corriendo y luego me cogió y me llevó a su furgoneta, y una señora estaba en la parte de atrás y justo cuando parecía que iba a matarme con n cuchillo me despertaste mamá.
-         Siento muchísimo esa pesadilla, has tenido que pasar mucho miedo, y ahora quiero que veas las noticias, porque te vas a sorprender.
-         Pero, no nos da tiempo a ver las noticias, llegamos tarde ¿no?
-         ¡Qué dices! Hoy es sábado, nos vamos a comer a casa de la abuela ¿no te acuerdas? – me dijo Courtney.
-         Ah, pues que bien.
-         Bueno, callad y mirad.
Como en mi sueño, la joven periodista salía en frente de la agencia hablando con el jefe de policía:
-         Entonces, ¿le han capturado?
-         Sí, no fue muy difícil, no logró ir muy lejos, estaba un poco desorientado.
-         ¡Vaya! Esto será una gran noticia para aquellos niños a los que amenazó ¿verdad?
-         Sí. Nicole, sus amigos y su familia no tienen de qué preocuparse.
-         Que gran noticia, y por cierto ¿cree que este señor está implicado en el robo del maletín?
-         Apuesto todo lo que tengo a que sí, pero no podemos acusarle todavía, pues no tenemos pruebas, pero estoy seguro de que Nicole y sus amigos conseguirán averiguar algo pronto.
Estallé de alegría, parecía un sueño. El Señor – A estaba detenido y ahora la panda estaría tranquila, próximamente tendríamos que averiguar más, pero era hora de irse a casa de la abuela.
Mi abuela es la típica abuelita, no es distinta, digamos que es la clásica, es tierna y cariñosa con sus nietos, cocina estupendamente bien, nos teje ropa y hace punto.
Es muy tranquila, lleva gafas y siempre lleva su pelo blanco recogido en un moño. 

miércoles, 2 de mayo de 2012

La Panda de Nicole: El robo del maletín - Capítulo 16


16. Un infierno
Me encontraba cansada, pues no había pegado ojo en toda la noche. Sin embargo no eran las amenazas del hombre de la noche anterior lo que no me dejaba dormir, a parte de eso estaban también todas las dudas que rondaban en mi cabeza ¿El Señor - A está relacionado con el robo? ¿Por qué estaba espiando por la ventana? ¿A quién le entregó Alissa el maletín? ¿Quién le había encargado que lo robase? ¿Y a qué precio? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿La Señora Beatriz y la modelo Alexa están realmente implicadas?
Eran demasiadas preguntas que parecían que jamás serían respondidas.
Me levanté confundida y me vestí para ir al insti: botas negras, pantalones pitillo, una camiseta blanca y un bonito foulard. 
Cuando bajé a la cocina para tomar el desayuno mis padres me miraron preocupados y Courtney rompió el silencio e intentó animarme, me dijo que no me pasaría nada, que la policía lo tenía todo bajo control y mi hermano David puso rápidamente la tele. Salía una joven periodista, tras ella se veía la agencia y a su lado estaba el jefe de policía que había estado aquí el día anterior.
-         ¿Han encontrado ya al ladrón, al señor que amenazó a aquellos niños?
-         Siento la noticia, pero no. Estuvimos persiguiéndole un rato y luego desapareció en la espesa niebla de la noche. Mandamos a muchos hombres, pero no le encontramos, por lo que aviso a Nicole, a sus amigos y su familia que tengan cuidado, que no caminen solos durante unas semanas, que vayan acompañados de un adulto en todo momento, y por ahora seguiremos investigando.
-         Bien, gracias. Esto es todo lo que se sabe por ahora del pequeño incidente que sucedió ayer por la noche, más noticias a las tres.
-         Tengo mucho miedo – dije cuando terminó.
-         Tranquila, cariño, iremos contigo en todo momento.
-         ¡Eso! Y quien se atreva a hacerte algo, le daré su merecido – me dijo mi hermano sonriéndome.
Mis padres me llevaron en coche al instituto y me despedí de ellos en la puerta principal, a un paso de entrar.
Cuando divisé a la panda, les vi rodeados de gente de nuestra edad, pero también había niños más pequeños, cuando llegué hasta ellos descubrí lo que ocurría. Los niños les estaban acribillando a preguntas, sobre todo a Zoé:
-         ¿Te apuntó con una pistola de verdad? – preguntó una chica.
-         Sí, lo hizo.
-         ¿Te agarró muy fuerte del cuello?
-         ¿Pasaste mucho miedo?
Cuando llegó la hora del patio nos reunimos a escondidas para que nadie preguntara.
-         ¿Habéis visto las noticias esta mañana? – preguntó Alice.
-         Sí, estoy muerta de miedo – dije yo.
-         Yo también.
De pronto unos disparos retumbaron por todo el instituto.
Los profesores nos ordenaron que nos metiéramos dentro rápido. La policía no tardó en venir y vimos al Señor A intentando meterse en el edificio de las clases, sacó una porra y empezó a dar fuertes golpes a las ventanas de cristal hasta que consiguió estar dentro.
-         ¡Que la hija de Annabelle salga de aquí o sino disparo!
-         ¿Dónde se ha metido Nicole? – le preguntó Alice a Brigitte susurrando.
-         Ni idea, ¿no creerás que…?
-         ¡Mirad! – gritó Mark de repente.
Todos se giraron y miraron por la ventana, vieron al Señor A irse en una furgoneta y llevaba a alguien a la espalda ¡era yo! Cuando me metió en la furgoneta, tenía la respiración entrecortada, olía a tabaco, vi a alguien que me apuntaba con un cuchillo, no era el Señor - A, él estaba conduciendo, era una mujer ¿pero quién? Y justo cuando me estaba acercando el cuchillo, y la primera gotita de sangre cayó al suelo, oí algo como…

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